Si un día vas paseando por la calle y de repente un desconocido pasa a tu lado y te suelta un ‘Que nariz tan grande tienes’, cabe la posibilidad de que no haya podido evitar criticar tu nariz. Es un ejemplo de lo que se conoce como síntomas complejos socialmente inapropiados no obscenos, característicos del síndrome de Tourette.
Esta enfermedad es llamada Coprolalia (del griego κόπρος, significa 'heces' y λαλία 'balbucear'), es la tendencia patológica a proferir obscenidades. En el síndrome de Tourette, la coprolalia compulsiva puede ser totalmente incontrolable, debido a que éste es un trastorno desinhibidor. La incapacidad de controlar la vocalización puede conllevar la degradación de la vida social y laboral.
Estos síntomas (decir obsenidades compulsivamente), así como las dificultades de aprendizaje y en las funciones ejecutivas que aparecen frecuentemente, tienen un impacto directo en la calidad de vida de los pacientes por los problemas que ocasionan a nivel escolar, laboral y en las relaciones sociales. Por ello no sólo deben ser incluidos dentro de los planes de tratamiento sino que podrían ser utilizados como un indicador de la eficacia de los mismos.
Esta enfermedad afecta a menos del 10% de pacientes con el síndrome, pero tiende a atraer más la atención que cualquier otro. Al igual que la esquizofrenia, el síntoma aparece habitualmente como un clinomorfismo, es decir, una alteración o intensificación de una enfermedad médica con el fin de producir efectos dramáticos. En el caso de la coprolalia, el "lenguaje obsceno compulsivo" está típica y clinomórficamente relacionado con el padecimiento de este síndrome.
Algunos pacientes han sido tratados inyectándoles toxina botulínica junto a las cuerdas vocales. Esto no evita el habla, sino que produce una parálisis parcial que ayuda a controlar el volumen de cualquier exabrupto.
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